Médico virólogo Sheik
Humarr Khan.
ÉBOLA, MANIPULACIÓN Y ANTIÉTICA.
Edgar Otaiza Vásquez,
Jueves 25 de septiembre de 2014, 12:03 am
A finales de Julio de 2014
falleció en Kailahun, Sierra Leona, el médico virólogo Sheik Humarr Khan (39),
como consecuencia de las complicaciones producidas por la infección con el
virus Ébola, a pesar del tratamiento supervisado por la agrupación Médicos Sin
Fronteras. Aun cuando había disponible una dosis del suero Zmapp, no se le
aplicó; se presentó un intenso debate bioético entre los médicos sobre si se le
suministraba, que concluyó negativamente, pues los riesgos superaban los
beneficios. Habría sido la primera persona en recibir el suero (Ref. 1). Pocos
días después, el suero les fue aplicado a dos sanitaristas estadounidenses,
miembros de Samaritan´s Purse. También
se había trabajado en su evacuación hacia un país europeo, la cual fue
impedida, aparentemente, por el anuncio de una importante línea aérea regional
de suspender los vuelos a las ciudades de Sierra Leona más afectadas por el
brote de Ébola. Era el jefe del programa gubernamental contra la fiebre Lassa,
una contagiosa fiebre hemorrágica viral común en África Occidental y también
encargado del programa VIH/Sida.
Khan era considerado como uno de
los expertos mundiales en fiebres hemorrágicas virales, entre ellas el Ébola y
conducía ese programa por comisión del gobierno. En un país con menos de 200
médicos en su sector de salud pública, la pérdida de uno solo de ellos es una
pérdida trágica, muy significativa. Como él, también murieron otros miembros de
su unidad contra el Ébola, luchando contra ese mal, sin mucha publicidad y
olvidados del mundo. Con menos publicidad que la dada a la estúpida declaración
de Donald Trump, quien manifestó por las redes sociales, que no se debía llevar
a ningún estadounidense enfermo de Ébola de regreso a los Estados Unidos. Los
verdaderos héroes son olvidados.
Sin embargo, Sheik Humarr Khan es
considerado un héroe nacional por el gobierno, pero particularmente por las
decenas de personas que fueron atendidas por él.
Pero hay más. Recientemente
fueron publicados en la revista Science (Ref. 2) los resultados de un estudio
del mapeo del genoma de la cepa Zaire del virus Ébola de 78 pacientes. Ya que
la toma de la muestra se realizó más de una vez a algunos de los pacientes, se dispuso
de 99 aislados diferentes, lo que le permitió a los investigadores seguir las
mutaciones del virus en el tiempo, trazar cómo llegó a Sierra Leona y su
transmisión de persona a persona.
Cinco de los colaboradores del
trabajo de investigación eran miembros del Hospital Gubernamental de Kailahun
en Sierra Leona, que habían fallecido al haber contraído la enfermedad durante
su trabajo asistencial y por el contacto con familiares enfermos, antes de la
publicación de los resultados, entre ellos Sheik Humarr Khan.
Además del Hospital de Kailahun,
participaron las universidades de Harvard y Tulane, de los Estados Unidos,
recalcó el primer autor de la publicación, Stephen Gire, con un total de 50
investigadores.
Más importante aún, según el
reporte, es la primera vez que investigadores científicos obtienen un cuadro
genético de cómo aparece el virus Ébola durante un brote en humanos. Se
obtienen también datos sobre la forma de acción de la enfermedad en humanos
versus animales y les da a los médicos una valiosa herramienta para decidir si
los ensayos de diagnóstico del virus están funcionando.
El estudio detalla más de 300
mutaciones genéticas que hacen al brote de Ébola actual diferente a los
anteriores. Algunas de las mutaciones tienen el potencial de afectar a las
pruebas de diagnóstico o la efectividad de los productos y tratamientos para la
enfermedad, que se desarrollan en la actualidad. Esto hecha por tierra las
numerosas especulaciones desinformadas que circulan por los medios, sobre la
no-mutabilidad del virus.
Llama poderosamente la atención
la extraordinaria rapidez en secuenciar al virus, casi en tiempo real, lo que
habría tomado dos años con las metodologías del pasado.
Nada de eso habría sido posible
sin la participación del personal médico de Sierra Leona fallecido en Kailahun.
Olivet Buck (59) era médica y madre
de tres hijos. Ejercía en el país donde nació, Sierra Leona. Durante los
últimos meses se dedicó a combatir en la batalla desesperada librada contra el
Ébola, que devastaba partes de su país. Hace un par de semanas se supo que
había contraído el virus.
Para salvar su vida, un grupo de
sanitaristas buscó evacuarla hacia Alemania, para recibir tratamiento. Se sabía
del peligro, ya que otros tres médicos, que también habían contraído la
enfermedad, habían fallecido en el país.
El presidente de Sierra Leona,
Ernest Bai Koroma, intervino en su favor y logró, que un hospital en Hamburgo
la aceptara, el cual señaló, que “estaba preparado para recibirla”. Sin
embargo, hace escasamente una semana la Organización Mundial de la Salud (OMS)
negó tanto el permiso, como el financiamiento para movilizarla. Adicionalmente,
el portavoz de la organización, Tarik Jasarevic anunció, que “La OMS
facilitaría los mejores cuidados posibles en el país, incluyendo el acceso a
drogas experimentales”. Intentos desesperados fueron hechos para tratar de
revocar esta decisión, pero pocos días después se confirmó la temida sospecha:
Olivet había fallecido.
La decisión de la OMS es
demagógica y enormemente polémica desde varios puntos de vista. Primeramente,
desde el análisis bioético (lesiona el principio de justicia), pues parece
establecer diferencias entre los trabajadores occidentales de la salud, que van
a las naciones afectadas para contribuir a salvar vidas, exponiendo las suyas y
los nativos, que también toman los mismos riesgos con gran coraje y son
igualmente importantes en el esfuerzo, pero están condenados a trabajar en las
peores zonas de un sistema de salud pobremente financiado, que apenas funciona.
Perverso y antiético comportamiento de la OMS, pues permite evacuar a los que
van del exterior, pero deja morir a los locales en su propia casa. Esto podría
complicar aún más el control de la epidemia.
Conociendo estas enormes fallas,
es obviamente cínica la expresión del portavoz de la OMS al decir “los mejores
cuidados en el país”, cuando se sabe que son inexistentes. Y el acceso a las
drogas experimentales es otra falacia.
Además, la decisión de la OMS
demuestra una falta de compasión y respeto hacia los dedicados médicos clínicos
locales, que se encuentran en la línea frontal del problema, en unidades
asistenciales hacinadas, con pobres condiciones sanitarias y casi sin equipamiento
ni medicamentos básicos. En una tal zona se desempeñaba Olivet Buck.
La decisión fue también altamente
contraproducente, ya que si se quiere detener al Ébola se debe hacer todo lo
posible para estimular a aquellos trabajadores de la salud que hacen su trabajo
en las líneas de fuego frontales (lesión al principio bioético de la
beneficencia), a pesar de los elevados riesgos que enfrentan.
Asistentes sanitarios extranjeros
en África Occidental han continuado siendo repatriados al contagiarse con el
Ébola. Es el caso del enfermero británico William Pooley (29), quien sobrevivió
a la infección contraída en Sierra Leona, al serle suministrada una dosis del
suero Zmapp y rápidamente atendido en el
hospital Royal Free de Londres, hacia donde fue trasladado en un avión de la
Real Fuerza Aérea, acondicionado para el caso.
A pocos días de su curación,
Pooley fue remitido al Hospital Universitario Emory, de Atlanta, donde donaría
sangre (suero “convalescente”) para un médico estadounidense, afectado por el Ébola,
con quien había establecido estrecha amistad en Sierra Leona. El viaje fue
pagado por la OMS, lo que contrasta con la decisión anterior de la misma
organización, en el caso de la Dra. Olivet Burk.